La guerra civil sigue su sinuoso curso en Siria. Comenzada en 2011 cuando parte de la población civil junto con desertores asistidos por algunos países occidentales comienzan una lucha armada con el fin de derrocar al gobierno. A fines de ese año ya se podía hablar de una verdadera guerra civil.
Los bandos en pugna son básicamente las fuerzas del gobierno y los “rebeldes”. Además de los muertos, lo trágico de estos enfrentamientos es que causan miles de heridos e infinidad de refugiados, que buscan salvar su vida en países limítrofes, sumidos en la miseria y la desesperación. Se dice que los muertos superan los 100.000 y el número de refugiados se estima en 2.000.000, convirtiendo a esta guerra civil en una de las peores crisis de nuestro siglo.
Las potencias extranjeras suelen intervenir en este tipo de situaciones, cada cual en defensa de sus intereses. La perjudicada es siempre la nación que sirve de teatro de operaciones. Los militantes que vienen causando estragos en Siria se aprestan a recibir mayores volúmenes de ayuda militar de estos países extranjeros. Esta es la noticia que el Reino Unido se ocupó de difundir. El Reino Unido junto con otros países afines a sus intereses, han acordado prestar ayuda a grupos moderados, a la coalición nacional. Esto fue anunciado por el Secretario de Relaciones Exteriores británico, William Hague.
Advirtió el diplomático que el llamado a elecciones para el próximo 3 de junio es una parodia de democracia. Criticó la decisión del Presidente Bashar al-Assad alegando que disgustó a la Comunidad Internacional. El gobierno sirio se encuentra haciendo esfuerzos por erradicar a los mercenarios enviados por países extranjeros. Los tres candidatos a la presidencia en Siria incluyen el actual presidente Bashar al-Assad, a Maher Abdel Hafiz Hajjar y a Hassan Abdallah al-Nouri.