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La crisis en Siria se mantiene caliente, con el gobierno del presidente Bashar al-Assad golpeando sin piedad a las bandas armadas y los países occidentales buscando una salida desesperada a la situación que beneficie sus planes de cambiar el orden en esta estratégica nación del Cercano Oriente.

El encuentro sostenido el 11 de agosto en Estambul por la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, y altos personeros del gobierno turco, incluido el canciller Ahmet Davutoglu, evidenció el desespero occidental ante el fracaso que enfrenta en la actualidad la distracción creada con las bandas armadas.

Distracción, pues según analistas y comentaristas políticos, es difícil para grupos opositores, apoyados por un gran número de mercenarios entrando por Turquía, Líbano, Jordania e Irak, derrotar a un ejercito sólido donde se centra el poder del gobierno y de una parte considerable del pueblo sirio.

Tras el fracaso de la llamada Batalla por Damasco, lanzada luego del atentado contra el edificio de la Seguridad Nacional el 18 de julio, donde murió el general Daoud Rajha, viceprimer ministro y ministro de Defensa, y parte de la cúpula militar, vino el reagrupamiento en Alepo, ciudad cercana a la frontera con Turquía.

En el principal centro económico de la nación, a las bandas armadas no le fue nada bien, y el 11 de agosto los pronósticos y las acciones sobre el terreno indicaban que en menos de una semana los opositores serían eliminados y limpiada la ciudad de su presencia.

Vía: Prensa Latina
Imagen: Azteca Noticias

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